Pericoladas – por Miguel Rodríguez Casellas en el Nuevo Dia
Una extraña forma de aceptación social ha devuelto la coca a las bandejas de fiesta nacional. El ritual es antiguo, no así la informalidad desfachatada, que prolifera entre hijos de buenas familias.
Escucho justificaciones insólitas.
Algunos sostienen que explayarse consumiendo cocaína es un reto a la autoridad federal, una reivindicación de soberanismos truncos a través de un cuerpo transformado en noble vehículo de protesta. Así, el perico desplaza al pasto como la nueva droga de la jornada patriótica.
Ahí están esos artistas que pretenden vivir el siglo diecinueve retroactivamente, conjugando el “dandy” y el “rufián” en la figura del “creador comprometido”. Sobra decir que mucho más produjeron los autores decimonónicos con sus adicciones que estos bambalanes, pues abunda el vago oportunista travestido de poeta romántico.
Están los abacorados ejecutivos de la élite financiera, quienes solían mantenerse al ritmo de las demandas materialistas del capital -que ignora los límites del cuerpo- a fuerza de jinquetazos. Sus decisiones “aceleradas” sobrestimaron la fuerza del sector inmobiliario. Del rebote nadie se ha recuperado.
No podía faltar el político-usuario, regalando su inconfundible desorbitación a las cámaras del telenoticiario. Medíquenlo, por favor, que aún los narcoestados necesitan guardar las apariencias.
Moralismos, ninguno. Por mí que administren sus orificios como les plazca, pero entonces que no me carguen con su queja privada: que si los deambulantes, que si las balas perdidas, que si el país ingobernable, que si el “modelo” de Singapur, que si qué nos pasa.
Cállense, por favor. Si ya se dieron de baja del País, entonces guarden silencio. Desempolven los fideicomisos de sus abuelos, coleccionen arte, organicen tertulias privadas, entreténganse con su ambientalismo bourgeois-chic. Lo que sea, pero cállense, por respeto a la gente que tiene que trabajar y conformarse al estímulo mañanero de una taza de café junto a “Despierta América”. Ya ni televisión local tienen para distraerse porque ustedes, que debían competir en un mundo globalizado, poner a circular el dinero, contribuir a la creación de empleos, o simplemente dar cara, andan “ocupadísimos” atendiendo sus pericoladas.
n El autor es Decano de la Escuela de Arquitectura de la Politécnica.