Editorial POLIMORFO V.2 – Otras Alternativas, Otros Lugares
Recientemente, el concepto de crisis parece haber invadido muchos ámbitos disciplinarios y escenarios comunes. Cada día nos bombardean con el términocrisis, seguido de inmediato por señalamientos, nombres y acusaciones sobre quiénes son los culpables y, cada vez más, sobre quiénes no hacen lo suficiente o incluso hacen demasiado. Sin embargo, no debemos olvidar que los excesos, muchos de ellos reflejados en la práctica contemporánea del diseño, han alcanzado un nivel de irrelevancia, ranciedad social y abandono político sumamente peligroso para las ciudades y la sociedad en su conjunto.
El diseño como medio de enfrentamiento y compromiso crítico fue reemplazado demasiado pronto por la arquitectura como mera maniobra formal, separada de los programas y la investigación, convertida en un artículo de consumo al servicio del hambre simbólica del capitalismo. Occidente – como ya se le conoce ampliamente – fue en gran medida responsable, durante muchos años, de apoyar los intereses privados y manejar inadecuada e irresponsablemente los mercados de crédito y de capitales. Sin embargo, no debemos olvidar que la arquitectura también jugó un papel significativo en esta espiral descendente, colaborando con los excesos del diseño para las élites sociales y participando ciegamente en el desarrollo de imágenes corporativas para ciudades. Pero, ¿qué alternativas tenemos? Tras décadas de autonomía formal, desconexión, actitudes “proyectivas” e indiferencia ante los asuntos éticos y teóricos, ¿dónde podemos buscar?
Para que Occidente atienda responsablemente cualquier asunto, en calidad de agente difusor de nuevos postulados y alternativas para esta crisis percibida, primero tiene que aceptar y reconocer que necesita incorporar alternativas foráneas en su repertorio de transformación y evolución. Resulta obvio que la lista debe incluir a China y a la India, así como a las demás economías emergentes, pero podría haber más respuestas en escenarios donde los problemas y la crisis son exponencialmente mayores y muchísimo más complejos, principalmente por su limitado acceso al capital.
Si Europa y los Estados Unidos sienten la necesidad apremiante de crear modelos arquitectónicos nuevos y comprometidos, antes tendrán que contemplar y escudriñar todos los lugares que decidieron ignorar durante años, incluso décadas. ¿En qué parte de sus debates y publicaciones se vislumbra un mero atisbo de lo que está ocurriendo con el capital y sus representaciones sobre el “cuerpo” en Rusia? ¿Qué consideración, si alguna, se le da a la Ciudad de México y a sus problemas de transportación y densidad poblacional, o bien al manejo de una herencia literaria y arquitectónica tan heterogénea? ¿De qué manera están las estrategias microconceptuales más vinculadas y comprometidas con la arquitectura y la urbanidad que la mayoría del personal de diseño de las corporaciones de arquitectos? ¿Cómo es posible considerar una estrategia olímpica para la ciudad, mientras se siguen incorporando el desplazamiento irresponsable de comunidades y la falta de compromiso social como medio para ganar una licitación? ¿Qué observaciones críticas se plantean sobre el Caribe y su elevada exposición a los resultados de la crisis medioambiental, como lo son los terremotos, los tsunamis, las inundaciones y los huracanes? ¿Qué rol tienen otras disciplinas en radicalizar la inteligencia de la arquitectura? Todas estas preguntas tienen cabida en la presente edición de Polimorfo, donde se plantean paradigmas éticos, comprometidos y críticos como foro de discusión encaminado al desarrollo de una posible y responsable dirección para la arquitectura.
Other Alternatives, Other Places
Most recently, the concept of “crisis” seems to have invaded many disciplinary circles and commonplace scenarios. Everyday we are bombarded with the term “crisis”,whichisthenquicklyfollowedbyfingerpointing, name dropping and accusations of who is to blame, and ever more recently, of who’s not doing enough or even doing too much. Yet, we must not forget that the excesses, most of them reflected in contemporary design practice, have reached a point of irrelevance, social staleness and political withdrawal which are all very dangerous for cities and society as a whole. Design as a means of confrontation and critical engagement was too quickly substituted for architecture as mere formal maneuvering; detached from program and inquiry, turned instead into commodity in service of capitalism’s symbolic hunger. The West, as it is already widely known, was greatly responsible for years of backing private interests and irresponsibly mishandling capital and credit markets. However, as mentioned before, we must not forget that architecture too had a significant role in this downward spiral, collaborating in design excesses for the social elites and blindly participating in corporate imaging for cities. But, what are our alternatives? Where to look after decades of formal autonomy, disengagement, “projective” attitudes, and a disregard for theoretical and ethical issues?
If the West, as an agent of diffusion of new alternatives and postulates for this perceived crisis, is to responsibly address any issue at all, it must accept and realize that it must first include in its repertoire of transformation and evolution other alternatives from other places. It is quite obvious by now that this list must include China and India, and all the other current emerging economies, but even more answers may lie in other arenas where problems and crisis are exponentially far greater and largely more complex, mostly because of their limited access to capital.
If the United States and Europe feel the urgency for new and engaged architectural models, they must first contemplate and scrutinize all the places where they have decided not to look for years, even decades. Where in their discussions and publications is any glimpse of what’s happening to capital and its representations on the “body” in Russia? What, if any consideration, is given to Mexico City and its transportation and density problems, and handling of its mixed architectural and literary heritage? How are micro-conceptual strategies more attached and engaged to architecture and urbanity than most urban design staffs at corporate architectural offices? How to even begin to consider an Olympic strategy for a city while still incorporating irresponsible community displacement and social disengagement as a means to gain a bid? What critical observations are being posed at the Caribbean and its high exposure to environmental crisis such as earthquakes, tsunamis, floods and hurricanes? What roles do other disciplines have in radicalizing architecture’s intelligence? All these questions are given room for consideration in this issue of Polimorfo – where ethical, critical and engaged paradigms are put forth as a discussion towards a possible and responsible direction for architecture.